La protección contra las tronadas, tormentas y granizadas era una práctica habitual en todas las localidades del Jiloca y más allá, puesto que del éxito y prosperidad de las cosechas, dependía la economía anual de muchas familias rurales.
La práctica de esconjurar o desconjurar tronadas es recordada en Used por Felisa, que nos cuenta cómo el cura congregaba a la población, para subir al campanario o torre, y con una reliquia en la mano “esparcir las nubes”. Esa reliquia era sacada en momentos determinados, generalmente la primavera, porque “hay quien en la nube tenía experiencia”.
La gente confiaba en estas prácticas tradicionales, muchas veces de carácter religioso, que se han visto sustituidas modernamente por “estufas en los campos, que las dominan”…
ÁREA DE DIRECCIÓN Y PRODUCCIÓN
Elaborado por el Centro de Estudios del Jiloca en enero de 2011.
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