Torrecilla del Rebollar

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Torrecilla.jpg

Localidad de la provincia de Teruel, adscrita a la comarca del Jiloca. Torrecilla del Rebollar está situada al abrigo del interfluvio del Pancrudo y del Alto Martín, al pie meridional de la Sierra de Cucalón y al sur de la de Segura. En la Edad Media y Moderna, hasta el siglo XIX, formó parte de la antigua Sexma de Barrachina, en la Comunidad de Aldeas de Daroca.

Demografía

Variación demográfica del municipio entre 1990 y 2022
Año 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1981 1991 2001 2010 2021 2022 2023
Habitantes 574 581 539 557 534 545 431 415 179 141 178 151 122 121 125

Además de la propia localidad, la población residía en masadas y caseríos cercanos. En el censo del año 1860 aparece la tejería del pueblo como asentamiento humano disperso.

Algunos datos de su historia

La localidad de Torrecilla en 1926

En el capítulo arqueológico, además del poblado ibérico del Calán, donde se encontró escaso material cerámico y un as de bronce de la ceca de Secaisa, hay que citar en poblado medival de Arrieros, de época musulmana.

En una pequeña loma próxima al caserío se encuentran las ruinas del castillo, posiblemente del XIV. Consiste en un recinto de planta redondeada, realizado en mampostería. Sus lienzos han perdido altura, conservándose un cubo redondo y los restos de un torreón cuadrado en el interior del recinto.

En la primera Guerra Carlista hubo escaramuzas en la zona entre Ramón Cabrera y el general Espartero. Durante la pasada Guerra Civil estuvo mucho tiempo acantonado un destacamento de caballería con tropas italianas, alemanas, árabes y falangistas que se distribuyeron por las casas del pueblo, por lo que sufrieron bombardeos sin mayores desgracias. Las tropas nacionales eran mandadas por el comandante Herrero de Lanzuela, mientras que las republicanas asentadas en Vivel y Segura de Baños eran dirigidas por Carod.

Todavía se conservan hoy restos de trincheras y de los fuertes combates que tuvieron lugar en las partidas de Mas Teller, Corral Blanco, Cinco Rebollos, etc. Se recuerda asimismo la efímera toma del pueblo por los republicanos y la sangrienta batalla de la Venta del Diablo.

Podemos encontrar el escudo de la localidad en la fachada del ayuntamiento.

Patrimonio arquitectónico

Casa Solariega de Torrecilla

Destaca la munumentalidad de la iglesia parroquial dedicada a San Cristóbal, construcción barroca del siglo XVIII, con torre esbelta de adornos mudéjares.

La ermita de San Agustín de construcción popular es de una sola nave barroca del siglo XVII, fue restaurada en 1833 y 1931. Junto a la misma está el cementerio de la localidad bien conservado.

En el reciente inventario encontramos los peirones de San Antón en el camino viejo a Portalrubio, Santa Ana en el inicio del camino a Segura de Baños, Santa Bárbara en el camino a Allueva y el de San Cristóbal en el de Fonfría y Godos.

Entre las construcciones civiles destacar los restos del castillo sobre una pequeña loma, tenía dos torreones semicirculares y el del homenaje cuadrangular. Hoy quedan restos como de los muros de mampostería. El edificio del ayuntamiento data de 1676, antaño tuvo lonja y trinquete. Entre las casas solariegas destaca el Palacio del siglo XVII de estilo barroco aragonés, con importante alero y torre lucernaria. La Casa Señorial con galería aragonesa que recorre toda la fachada, palomar y blasón. La Casa del Arzobispo asimismo barroca de ladrillos de medio punto.

La Nevera está en mal estado, hay un palomar, horno rehabilitado, la fuente baja o vieja del s. XVII con abrevadero, la fuente río alto con lavadero de 1923. Casas con cerámicas en la fachada, originales picaportes en las puertas y rejería atractiva en las ventanas.

Ayuntamiento y Municipio. La administración local

Escudo municipal de Torrecilla

El municipio tuvo su origen en la Reconquista, apareciendo citado por primera vez en el año 1205. Aldea de la Comunidad de Aldeas de Daroca hasta el siglo XIX. En 1833 pasó a la provincia de Teruel, partido judicial de Segura. En 1965 fue transferido al de Calamocha, en el que sigue actualmente. En 1971 amplió su término municipal con la anexión de Godos. En el año 2003 se incorporó a la comarca del Jiloca.

Los fondos documentales siempre se han guardado en el Archivo Municipal de Torrecilla del Rebollar.

Lista de alcaldes de la localidad
Periodo Nombre del alcalde Partido político
1979–1983
1983–1987
1987–1991
1991–1995
1995–1999
1999–2003 Angel Pedro Domingo Sancho PP
2003–2007 Angel Pedro Domingo Sancho PP
2007–2011 Carlos Miguel Burriel Luca PP
2011–2015 Carlos Miguel Burriel Luca PP
2015–2019 n/d n/d
2019–2023 n/d n/d

Además del Ayuntamiento, podemos destacar otras instituciones públicas:

El Asociacionismo. La religión y la sociedad civil

Como sucede en el mundo rural y, especialmente, en los pequeños pueblos, la mayor parte de las agrupaciones de vecinos tienen un carácter religioso: Hermandades, cofradías, etc. La asociación religiosa principal es Parroquia de San Cristóbal, que agrupa a todos los fieles de la localidad. Sin embargo, a lo largo de la historia se podrían destacar otras:

A partir de la Constitución de 1978, una vez consolidada la libertad de asociación y reunión, aparecieron varias Asociaciones Culturales:

Linajes y personajes

Retrato de Juan José Lario

En el padrón de infanzonía de la Comunidad de Daroca de 1737 se registran cuatro hidalgos: Miguel Francisco Marco, Pedro Valero Gil de Bernabé, Juan Lancis y Miguel Francisco Lancis. En el de 1787 sólo aparece "D. Juan Lancis el qual goza de las mismas excepciones y regalías como Lancies de Guerra". Los Lancis fueron una familia importante en Torrecilla de los que quedan algunos descendientes. Documentos de 1762 señalan que era vicario Manuel Domingo, infanzón Francisco Marzo y alcalde Joseph Costei. Los Larios de Bernabé eran infanzones con escudo de armas de 1678.

En la nómina de personalidades aparecen sobre todo religiosos, como

  • Fr. Joseph de Jesús (s. XVII-XVIII), de nombre civil Joseph Madre y Moya, notable predicador y autor de textos religiosos, fue cronista de los franciscanos descalzos y catedrático de Filosofía.
  • Antonio Blasco fue misionero franciscano (fin s. XVIII),
  • Mateo Aonés Pérez caballero de la orden de San Juan de Jerusalén (s. XVIII),
  • Fr. Joaquín Orna y Marzo, prior del convento franciscano de Santa Engracia de Zaragoza (s. XVIII),
  • Fr. José Busqued, misionero agustino en Filipinas.
  • Manuel Martínez maestro en Artes.
  • Justino Juste Juste sacerdote y coronel castrense contemporáneo que pasó en Calamocha sus últimos años de vida.
  • De entre todos destaca Juan José Lario y Lancis, nacido en Torrecilla el 7 de octubre de 1712. Doctor en artes y teología, fue obispo auxiliar de Zaragoza hasta 1764, escritor de textos religiosos y arzobispo de Tarragona. En esta ciudad falleció el 6 de octubre siendo enterrado en la capilla de Santa Tecla de su catedral. Fue gran mecenas y protector de la iglesia de su pueblo.

Como contemporáneos destacar a

  • Jerónimo Beltrán Burriel, teólogo, escritor, canónigo magistral de la catedral de Teruel.
  • José Burriel ginecólogo hijo de Eugenio Burriel que fue secretario del ayuntamiento de Torrecilla.
  • Antonio Beltrán Lázaro, odontólogo que ejerce como el anterior en Zaragoza.

Fiestas, costumbres y gastronomía

  • Las fiestas patronales se celebran el tercer fin de semana de agosto en homenaje al Hijo Ausente, que son las más brillantes por la cantidad de personas que congregan.
  • Hoy igualmente se han perdido las fiestas de San Cristóbal y de Santa Lucía, en la que algún gaitero de la zona hacía bailar a niños y mayores, con misa, refresco y la hoguera que hacían con la leña que recogían los niños de casa en casa. Asimismo había hogueras para San Antón y por los San Fabián y San Sebastián, en la que un vecino pagaba la misa y el pan bendito que se repartía al final de la misma. Para San Isidro, misa, refresco, juegos y carreras pedestres, y "el cortar", que era un concurso de pruebas de labranza con caballerías. En marzo se hacía el Baile de los Quintos antes de su entrada en filas.
  • Todavía se recuerdan los carnavales antes de la Cuaresma con los Zarramacones. Eran personas que se tiznaban la cara ataviados con trajes de pastor y chepas que se hacían con paja, que hacían sonar grandes esquilas mientras perseguían a atemorizados niños y muchachas con zurriagas o palos. Duraron hasta los años 60 del pasado siglo.

La gastronomía se basa sobre todo en derivados de la matanza del cerdo como longanizas, morcillas, fardeles, chorizos ... y sus adobos. También los platos con animales de caza, el fino ternasco de Aragón a la pastora, al horno o a la brasa, o los que se hacen con animales de corral. Otros platos característicos son migas de pastor, farinetas, sopas de ajo, o los que se hacen con rebollones y setas de cardo.

Cofradías y romerías

De 1609 procede la Cofradía de Santa Bárbara y del Hospital, que llegó a disponer de tierras propias en las que se cultivaban cereales. En 1742 el papa Benedicto XIV le concede indulgencias, como hizo asimimismo Clemente XIII con la Cofradía de la Purísima Concepción de Torrecilla. En el Archivo Diocesano de Teruel hay documentos de 1622 relativos a las Cofradías de Ntro. Sr. Jesucristo y de la Virgen del Rosario. Se ignora en que fecha dejaron de funcionar todas ellas.

En 1625 se hicieron los estatutos de la Cofradía de la Sangre de Cristo que se mantuvo activa hasta hace unos decenios. Al casarse se incorporaban a la misma todos los hombres de Torrecilla, los cofrades nuevos llevaban el Cristo y las banderas en el Vía Crucis que se celebraba en la Semana Santa hasta el cementerio, así como los féretros en los entierros. Vestían hábito negro con tercerol, y organizaban también las romerías a la Virgen de Pelarda. El listero designaba los encargos en cada caso, penalizando con multa económica ausencias y faltas. En 1885 se autoriza la compra de una imagen del Corazón de Jesús que fue bendecida dos años después. Es de desear que que las nuevas iniciativas culturales que se están formando en Torrecilla ayuden a estudiar y revitalizar alguna de estas antiguas celebraciones.

Hasta hace una cincuentena de años se hacían igualmente romerías a la Virgen de la Langosta de Alpeñés, cuya imagen hay quien recuerda haberla visto en procesión por Torrecilla. De todas formas en general las romerías se han hecho siempre a la Virgen del Mar o de Pelarda donde se va dos veces al año junto a otros pueblos de la zona, en Pentecostés y el segundo domingo de septiembre, Día del Sitio.

Ya no se va a caballo, pero sigue la procesión, la bendición de términos, la comida se hacía en la habitación reservada a Torrecilla en la anexa Casa de la Comunidad, generalmente a base de judías picantes, la despedida a la Virgen, el retorno a casa con la parada preceptiva en las Balsetas de las Coronillas, donde se organizaban tiradas de barra, o carreras de caballerías hasta el pueblo por el camino del lavadero sin otro premio que el orgullo de llegar primeros ... A la entrada del pueblo salían en procesión los torrecillanos que no habían asistido a la romería por el camino del río, y todos marchaban luego a cantar la Salve a la iglesia.

Personajes populares

Gozaron de gran fama los antiguos artesanos de Torrecilla, como digna representación queda el buen herrero José Sebastián bien conocido por la excelente factura de sus trabajos, como antes la tuvo la herrería de los Lancis de la calle de Santa Ana.

Famosas eran las alpargatas de cáñamo del Tío Dionisio Tirado, El Alpargatero, como las de Joaquín Burriel; la perfección del trabajo de esquilador de mulas u ovejas del Tío Eusebio, El Esquilador; los carpinteros Jorge Gonzalvo, Félix Burriel o Los Garceses; silleros como Auspicio Álvarez, Pedro Burriel o el Tío Gregorio que trabajaron hasta hace unas décadas; cesteros como Faustino Hernández, el Tío Cestero; las horneras Victoria Álvarez, Angelina Cañada, Dolores Vela, Angelina Garcés y la Tía Balaguer; carretero como Juan José Simón Finol; o Miguel Moragriega que ejercía como sastre, barbero y peluquero; Félix Burriel carpintero y alguacil; pregoneros como Clemente Cañada, el Tío Alguacil, Joaquín Balaguer y Leonor, su mujer, evocados hoy con la trompetilla lanzando sus bandos con buena voz por las esquinas del pueblo; albañiles como los Vela, Mariano Serrano o Zenón Rivases.

Las cantinas eran lugar de tertulia alrededor de un buen vaso de vino, se recuerdan las de la Tía Leonarda, el Tío Ramoncíco, la de Sebastián Ramo o la de la Purísima. Luego hubo dos bares que ofrecían también servicio de tienda, eran los de Luisa Navarro y Simeón Blasco, esta última procedía de la Tienda Grande de siempre que regentó durante años Mariano Soguero.

Matarifes acreditados eran Francisco Blasco, José Coste y Paco Rubio; cartero fue mucho tiempo Antonio Balaguer; se recuerda como pastor al Tío Nicolás y como recaudador de impuestos a Miguel Hernández. A su vez la Tía Hortensia como partera ayudó a traer al mundo a numerosos torrecillanos.

Siempre fueron queridos numerosos sacerdotes, médicos o maestros que pasaron por el pueblo, como mosen Manuel, de Cuencabuena, el último sacerdote que residió en Torrecilla, anteriormente lo hicieron D. Leopoldo, D. Joaquín de Azuara, D. Juan José que vino de Segura de Baños, o actualmente mosen Gregorio de Lechago que reside en Barrachina. Los últimos médicos fueron Jesús Cantín y Francisco Quilez, y los maestros D. Mariano, D. Fernando, D. Antonino, D. Pedro, Dª Consolación, Dª Margarita y D. Abel Losilla.

En las grandes festividades religiosas tocaba el órgano Ramón Lambeja, acompañado en el coro por José Lancis y Juan José Ramo. El Tío Nicolás el pastor cantaba los misterios en el Vía Crucis de Semana Santa. Otro personaje popular era Andrés Díaz que fue adoptado de la inclusa y que cuidaba de la ermita de San Agustín, de la parroquia o que ayudaba en cuantas tareas era requerido su concurso en el pueblo.

Leyendas

Son numerosas y vamos a comenzar por la que originó el abandono de la pardina de la Zarzuela, junto a la antigua ermita de San Pedro. Para unos fue la peste que llevó a sus vecinos a instalarse definitivamente en Torrecilla, otros creen que el lugar fue atacado por los moros refugiándose la población en el castillo de Torrecilla, mientras que no falta quien estima que mientras unos fueron a éste pueblo los demás pasaron a Godos. De lo que no parece haber duda es que la campana mayor de Torrecilla procede de la pardina de la Zarzuela.

Sobre campanas se recuerda que un campanero quiso amortiguar el sonido de una de ellas envolviendo el badajo con una bufanda de lana, por el motivo que fuere la campana se rompió en pedazos. También el robo que se hizo del campanico de la ermita de San Agustín.

Comentan que existió una colonia musulmana en el cercano Cabezo Calán con los correspondientes pasadizos subterráneos hasta el río para proveerse de agua en secreto. Abandonado el lugar, se usó como cementerio de niños que se enterraban en vasijas de barro. La curiosidad popular llevó a investigar los pasadizos bajando por los mismos a un perro en un cesto atado a una cuerda. Como se volcó el cesto nunca más se supo del perro ni de los subterráneos, y se taparon los agujeros con losas que luego aparecieron misteriosamente picadas y removidas, tal vez por algún buscador de tesoros.

Siguiendo con tesoros, decir que en busca del que guardó durante toda su vida cierto avaro de la localidad se derribó su casa y parece que se encontraron monedas de oro y plata con la efigie de Carlos V.

De lobos hay asimismo unas cuantas leyendas, pues al parecer antaño proliferaron mucho por los montes vecinos atacando a rebaños y personas. Cuentan que trillando dos criados de los Garceses lejos del pueblo, se hizo de noche y allí quedaron al calor de una hoguera cuando vieron aproximarse la figura de un lobo que puso en fuga a los dos hombres, que hallaron refugio en una paridera cercana. Los aullidos del lobo atrajeron la presencia de la manada que no pudo atacar sus presas en su refugio. Como apareciera muerto y devorado un lobo a la mañana siguiente, se supuso que fue el que avistó primero a los pastores y que fue devorado por sus congeneres por no a atacarles cuando estaban desguarnecidos.

Era tal el miedo que imponían estos lobos que cuando los pastores llevaban el ganado a la partida de la Hoya iban armados con trabucos. Se cuenta que a cierto mozo que acudió a visitar a su novia le salió al camino una manada de lobos, y se salvó al subirse a un gran pino y esperar la llegada de la mañana. Había también una vaca que pastaba libremente en el monte y que su amo encontraba todas las mañanas apoyando en un zarzal los cuartos traseros; como se repetía todos los días esta curiosa situación, para averiguar el motivo cortó el zarzal apareciendo al día siguiente la vaca devorada por los lobos, al fallarle la protección que le daban por detrás las pinchas de la zarza.

Cuentan también que dos hijos de los Andreus que vivían en Torrecilla, se perdieron en pleno invierno en el bosque del camino de Allueva de donde procedía la familia. Tras una intensa búsqueda a la mañana siguiente los encontraron, uno había muerto helado y el otro estaba sano y salvo. Al preguntar a éste el motivo, señaló que se les apareció San Antón y que al acercarse fue cobijado bajo su manto, mientras que el hermano no quiso hacerlo así y pereció. Para celebrar el milagro el niño salvado fue "pasado" bajo la imagen del santo, y todavía vivía a mediados del siglo XX.

De la dula se recuerda la llamada que se hacía a los animales con un cuerno o caracola, también del aterrizaje forzoso por avería de un aeroplano que concitó a su alrededor a todo el vecindario hasta su reparación, o la anécdota del Tío Alguacil que murió en la cantina con el vaso de vino en la mesa, las cartas en la mano y cantando las cuarenta.

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