XIV FIESTA DEL CHOPO CABECERO. PANCRUDO. PATRIMONIO DE LAS EMOCIONES
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¿Cómo se puede organizar a tanta gente sin que se note, cómo distribuir el trabajo para que nadie se enfade, cómo tener todo planificado y repartido en el espacio y el tiempo?
¿Cómo se puede hacer un día estupendo, para que todas y todos nos lo llevemos en la retina?
¿Cómo mandar huevos a AEMET ya que no hay Clarisas en Pancrudo?
¿Cómo se puede llamar Pancrudo teniendo dos hornos?, ¿Cómo se puede ser río y pueblo a la vez?
¿Cómo?
¡Preguntar en Pancrudo!
La XIV Fiesta del chopo cabecero comenzó en la puerta del bar (¡buen inicio!) con el recibimiento de un representante del Ayuntamiento y otra de la Asociación Cultural El Calabozo. Chabier de Jaime destacó la alegría de hacerla en Pancrudo por la implicación de este pueblo en la conservación de los chopos cabeceros, por contar con más de quinientos ejemplares y por haber realizado el pasado verano una semana cultural monográfica. Todas estas actuaciones han sido llevadas a cabo desde el ayuntamiento y la asociación, son apuestas ambiciosas realizadas desde hace trece años.
Hacemos el recorrido por el camino de las Dehesas, una zona húmeda, con surgimientos que recogían el agua en balsas en cada uno de los huertos, entre chopos cabeceros y sauces trasmochos muy bien conservados.
En una parada, Chabier explica lo de “Un paisaje ganadero” que da título a esta fiesta, como consta en el cartel. Nos lleva al final de la Edad Media, cuando el territorio se especializa en producir lana. La necesidad de pasto provoca que carrascales y robledales/rebollos van perdiendo territorio. Plantaron chopos en enclaves húmedos y con la intervención humana los hacen cabeceros para conseguir vigas para la construcción y para tener leña (aquí se puede tener la estufa encendida nueve meses al año), madera y a la par un aprovechamiento ganadero, pudiendo pastar en zonas fértiles…
“El tronco y la cabeza muy viejos y follaje vigoroso. (Uy, uy, uy…). Una especie de arca de Noé, con 215 especies distintas de escarabajos que viven de la madera muerta y que se refugian en ellos. Estos árboles forman parte de un agroecosistema. Son un cultivo agrosilvoganadero, una forma de aprovechar los recursos endógenos y, a la vez, son fruto de la necesidad en tierras altas, frías y peladas. Ahora ya no es rentable pero se descubren nuevos valores, la sabiduría popular tiene relevo y nuestros viejos árboles permiten tener un futuro un poco menos incierto, que nos permite disfrutarlos”.
Volvemos hacia el pueblo y en la ermita de La Palma, restaurada hace 10 años, podemos ver varias exposiciones. Un es sobre herramientas y útiles antiguos para la escamonda y para trabajar la madera (de carpinteros del pueblo), se proyecta un audiovisual con iniciativas de la asociación cultural (plantaciones, podas … que han realizado en el pueblo en años pasados (Puente Belén, Los Mases, Barranco de la Loba, el Práo, Río Bajo y Las Dehesas). Otra exposición es sobre la revista “Pancrudo” (van por la 26 números) y carteles de las jornadas culturales. Otra exposición muestra fotografías antiguas locales, algunas de carácter etnológico y otras sobre la Guerra Civil. Se completa con una exposición monográfica de paneles sobre los chopos cabeceros titulada «Un paisaje para el desarrollo rural» que presenta de ADRI Jiloca-Gallocanta.
En el antiguo horno nos recibe Darío Escriche, de Fuentes Calientes, con su exposición “Raíces culturales”. De la cultura del trasmocheo elige el leñero y allí explica el proceso trabajado con los peques y los abuelos de Pancrudo, Portalrubio, Cuevas de Portalrubio y Cervera del Rincón en una actividad intergeneracional que recoge la memoria oral. Completa con una instalación jugando con la idea de alimentar el fuego para hacer un pueblo vivo… “si solo talamos y no escamondamos, perdemos la vida”.
Nos vamos al Río Bajo, donde Herminio Santafé, un fijo de la fiesta llegado desde Gúdar, escamondó dos robustos chopos cabeceros. A puro de verlo, ya casi nos atreveríamos a subir a danzar entre maderos…y para seguir con el arte, el ilustrador local David Sancho realizó una intervención artística sobre un chopo cabecero muerto.
En la ermita de la Virgen del Pilar, Sofía Martínez Hurtado, la restauradora, nos explica la historia del templo, datado de 1750. Fue rehabilitado en plena pandemia, cuando el tejado estaba cayéndose. Estaba lleno de paja y leña y las paredes negras, ahumadas ya que nómadas gitanos y soldados republicanos durante la guerra, se refugiaban allí. En las paredes dejaron sus dibujos e inscripciones, que el equipo restaurador ayudó a mantener al ser una página de historia, “el patrimonio de las emociones” con el que define Sofía la ermita y hacemos extensivo a la fiesta. “Borraron la ermita” ya que la limpieza del humo que cubría las paredes se realizó con gomas de borrar y agua destilada y vinagre para la decoración en yeso y además no completan lo destruido porque el ojo ya ve y lee de forma coherente lo que quiere mostrar la ermita.
En la visita, Pepe nos explica cómo la línea del frente iba del Pirineo a Pancrudo y de aquí al Jiloca, estando el frente estable un año y medio; el pueblo fue evacuado y los republicanos vivieron en el pueblo y cosecharon, guardando la mies en la ermita de La Palma. Los sublevados bombardean y toman el pueblo, 700 muertos son el resultado de una batalla más de una guerra sinsentido, como todas. Queda la duda de quién incendió la cosecha recogida en la ermita y provocó el hundimiento del techo.
Los juegos tradicionales precedieron a la comida popular en el pabellón que reunió a 300 personas.
La sobremesa comenzó con la entrega de los premios del IX Concurso de Fotografía sobre el Chopo Cabecero y la entrega del título de Amigo del Chopo Cabecero al Colectivo Sollavientos por su labor de protección del patrimonio natural y cultural de las tierras altas de Teruel y, en particular, por su contribución a la declaración en 2018 del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Reproducimos parte de la presentación:
Un colectivo que nació como agrupación espontánea, libre y desinteresada, de personas preocupadas por la protección del patrimonio natural y cultural, así como por el desarrollo racional y sostenible del “Teruel interior”. Un colectivo de debate y opinión que sigue y sigue, contra viento y marea, molinos y especuladores, mentiras y engaños, trabajando de forma colectiva, representándonos un poco a todos los que queremos este Teruel nuestro.
Decían y dicen: Nuestra inquietud por el presente de estos pueblos no nos conduce al pesimismo. Estamos convencidos de que el futuro abrirá nuevas vías de desarrollo, pero creemos que sólo resultarán realmente eficaces aquéllas que sean compatibles con el uso sostenible de los recursos y la conservación el patrimonio. El paisaje, la flora y la fauna, los conjuntos urbanos y las masías, las tradiciones… todo ello conforma un activo que no puede ser sacrificado en aras de un desarrollo incierto basado en faraónicos y agresivos proyectos industriales, mineros o turísticos. Con frecuencia, la rentabilidad económica de éstos se fundamenta en las subvenciones externas, y su rentabilidad social en términos de puestos de trabajo queda por debajo de las expectativas creadas. Debemos apostar por el futuro, y ante todo por el de la gente que vive en nuestros pueblos, pero sin renunciar a seguir siendo nosotros mismos, sin dejar que ese futuro nos devore.
Es ese desarrollo armónico y sostenible que todos y todas queremos. Los miembros de Sollavientos declaran su voluntad de trabajar para que nuestro patrimonio natural y cultural se conserve, respete, proteja, investigue y difunda a fin de que siga sustentando la identidad del territorio y de sus habitantes, y a la vez sirva como recurso para ese desarrollo. El colectivo ayuda a elaborar propuestas de futuro constructivas y realistas.
Sollavientos ha contribuido a generar este sentimiento de pertenencia y arraigo que conforma nuestra manera de ser y sentir, nuestra cultura, que hace que queramos conocer nuestros viejos árboles, montar una fiesta como ésta, estar en contra de los molinos y lo que suponen de agresión y decir, renovables sí pero no así. No queremos dependencia económica de los territorios de sacrificio a mayor gloria de los de siempre, ni un beneficio económico que no capitaliza el Estado, sino empresas privadas.
Siempre hay momentos en la historia de los pueblos en que se emprenden proyectos comunes, ilusionantes y generadores de esperanza, Sollavientos, nuestra fiesta, el trabajo de mucha gente a título individual y en grupo, son una muestra. Soñar el futuro de forma colectiva siempre ha sido una seña de identidad de la fiesta del chopo cabecero, como el paisaje y el patrimonio natural y cultural, es otra seña de identidad que nos enlaza.
Decía Eloy Fernández Clemente, “Es muy difícil luchar por lo que no se ama y, antes, amar lo que no se conoce bien”.
Lo malo cuando recibes un premio como este, es que no puedes parar, tenéis que seguir así de implicados, ramas nuevas de troncos viejos, así de geniales, así de ilusionados, así de constantes, así de guerreros, así de esperanzados… no se puede reblar!
Tras la entrega de la escultura de José Azul, Chabier de Jaime e Ivo-Aragón Ínigo presentaron el libro “Entre árboles centenarios. Guía para comprender el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra” en cuya elaboración han colaborado junto a más investigadores.
Se anunció que la próxima Fiesta del Chopo Cabecero tendrá lugar en Estercuel. Julián Sancho, el alcalde de Pancrudo, agradeció a quienes han hecho posible la fiesta e invitó a todos a volver a su pueblo.
Después pudimos disfrutar de “A Escamondar”, un audiovisual montado por la gente joven de Fuentes Calientes y una pareja de ellos nos animó a participar en la próxima edición de este festival. Bucardo Folklore Aragonés interpretó nuestro himno “SOMOS”, de José Antonio Labordeta y su repertorio animando a bailar a buena parte de los comensales.
La novedad musical de este año fue Mayalde, los salmantinos que nos tocaron la fibra y nos pusieron a pensar y a bailar a la vez, siguiendo sus músicas y sus mensajes, hasta terminar “cogidos de una jodida cuerda, presos por la libertad”.
La barra –que se portó estupendamente- nos dio de cenar y el DJ Paco Nogué fue el colofón de la fiesta. La XIV Fiesta del Chopo Cabecero estuvo organizada por el Ayuntamiento de Pancrudo, la Asociación Cultural «El Calabozo» y el Centro de Estudios del Jiloca, quien en declaraciones a la prensa manifestó: “Parece que fue ayer cuando decidimos hacer una fiesta para dar a conocer la riqueza paisajística y cultural que suponen nuestros chopos cabeceros, unos árboles añosos y monumentales cuidados por la vecindad de los pueblos en los valles de la cordillera Ibérica. Y ya son catorce años que nos han permitido disfrutar de ríos, pueblos y personas que los han valorado y a quienes les hemos agradecido su esfuerzo. Ver la riqueza natural con los ojos de quienes nos visitan, adquiere una importancia especial y es un reconocimiento del esfuerzo por mantener viva la cultura rural, tan necesaria (…) Valoramos nuestro patrimonio artístico, palacios, iglesias, castillos, etc, nos identificamos con su historia y lo consideramos como un recurso turístico de importancia en la economía local. Deberíamos considerar a nuestros árboles veteranos y robustos, como son muchos de los chopos cabeceros, auténticos monumentos, resultado del quehacer de la Naturaleza y del saber de las personas. Son un tesoro etnológico y un valor cultural único en Europa”.